Donald Trump: Juicio Astrológico Clásico según el Arte de los Antiguos
Con este artículo deseo demostrar la validez de la Astrología Medieval, si se respetan sus reglas y se aplica tal y como se practicaba entonces, solo con los 7 planetas tradicionales, Parte de la Fortuna, Nodos Lunares y Algunas Estrellas Bebenias. Levantando una carta con el sistema de Casas Iguales a Signos.
La figura de Donald Trump se ve inmediatamente magnificada por la conjunción de la estrella fija Regulus con el grado del Ascendente. Los antiguos atribuían a Regulus, conocida como el Corazón del León, una influencia real, de ascenso al poder, nobleza y prestigio si no se obraba con orgullo excesivo. Esta estrella, considerada una de las más poderosas del cielo, confiere honores, autoridad y una disposición imperial. Sin embargo, su don es frágil si se traiciona por arrogancia o ira. Esta prominencia estelar sobre el Ascendente predispone al nativo a buscar el liderazgo, a erigirse como figura de mando y a recibir reconocimiento público, a menudo de manera espectacular. Veremos si se materializa la advertencia de esta gran estrella, ya sabemos que Trump se ha llevado un buen susto.
En la observación del cielo al momento del nacimiento de Donald Trump, bajo los parámetros de la astrología medieval, se revelan señales claras y contundentes que permiten delinear con precisión las determinaciones primarias del alma, el cuerpo y el destino de este nativo. Venus se puede ver en la cúspide de la casa I, que aquí no es el Ascendente y se encuentra en su término, y acompañada al mismo tiempo que Marte conjunto al grado Ascendente, dignificado sólo por término y faz. Esta configuración inicial ya revela un carácter doble: por un lado, la afabilidad y atracción venusina, aunque limitada en virtud, y por otro, la energía ardiente y combativa de Marte, con su inclinación natural al impulso y la confrontación. La naturaleza del temperamento, pues, se forma entre el agrado externo y la tensión interna, entre el deseo de armonía y la necesidad de imponerse.
Pero la escena se oscurece por la influencia insidiosa de Saturno, que hallándose en su destierro, contamina la Casa I por mediación de la luz que Venus transfiere. Este Saturno, en estado esencialmente afligido, porta consigo la frialdad, el cálculo, el aislamiento y el juicio severo, los cuales se infiltran en la constitución del nativo, tiñendo su voluntad de rigidez, su actuar de suspicacia y su visión de mundo de una estructura implacable. No menos importante es advertir que este planeta gobierna la Casa VI, relacionada con la enfermedad y los subordinados, así como la Casa VII, que trata del matrimonio y las alianzas. El juicio es claro: Saturno, sin virtud, daña ambos sectores. La salud puede tornarse frágil en la madurez, y las relaciones personales están destinadas a la tensión, el distanciamiento o la ruptura.
En cuanto a los bienes y recursos, el análisis del segundo lugar nos muestra a Marte como ocupante, en su término y faz, marcando la economía personal con un tono de lucha, riesgo y voluntad de conquistar mediante el esfuerzo directo. Sin embargo, al regir también la Casa IV, donde se hallan los orígenes y el final de la vida, Marte vincula las riquezas con el linaje, la herencia o la raíz familiar, pero lo hace con vehemencia y a veces con destrucción. El dominio de Mercurio sobre esta casa, desde su estado peregrino en la XII, insinúa pérdidas por enemigos ocultos o por manejos imprudentes.
El plano de la comunicación y los hermanos (Casa III), en cambio, se halla bajo la tutela de Júpiter en su término, otorgando cierta fortuna y cordialidad en el trato, aunque sin grandes glorias. Venus como regente suma un tono placentero a la voz del nativo, dándole facilidad para agradar y para establecer vínculos útiles. La palabra fluye con encanto, pero es instrumento más de seducción que de verdad. Júbiter, como regente de la Casa V (hijos, placeres) y la VIII (herencias, muerte), sugiere que el nativo experimentará cierta bonanza en estos temas, aunque no sin tensiones. Su posición en la Casa III insinúa que sus hijos y su fortuna provienen de un entorno familiar fuerte o de actividades cercanas a la comunicación, lo cual puede relacionarse con la figura de sus hijos como sucesores empresariales y su fuerte presencia mediática.
En el hogar, la influencia de Marte como regente de la IV augura conflictos en el seno familiar, y en la vejez, tensiones relacionadas con el patrimonio o la estabilidad. La creatividad y los hijos (Casa V) se ven severamente afectadas por la presencia de la Luna peregrina, privada de dignidad esencial, y además conjunta al Nodo Sur, símbolo tradicional de privación y decadencia. Los antiguos enseñan que donde el Nodo Sur posa su sombra, hay pérdida, dispersión y vacío. De ahí que los asuntos relativos al placer, los romances y los descendientes estén marcados por la frustración, la dificultad o la desilusión.
El Sol, desde la Casa XI, ejerce regencia sobre la I y se encuentra en su faz, lo que otorga una leve dignidad. Unido al Nodo Norte, señala un destino de ascenso por apoyo de superiores o por amistades poderosas. El nativo obtiene favor del rey, como dirían los antiguos, o en tiempos modernos, del pueblo y los electores. La esperanza y los proyectos futuros están bien aspectados en este juicio, pues esa casa se ve fortalecida por la presencia solar, incluso con dignidad menor.
El Medio Cielo, situado en el signo de Tauro, se encuentra bajo la regencia de Venus, lo cual vincula directamente la carrera pública y la reputación con el planeta que también reside en la Casa I. Esta disposición indica que el camino profesional del nativo se construye sobre una imagen atractiva, una capacidad de seducción social y una inclinación a los asuntos financieros o estéticos, todos atributos propios del toro celeste. Tauro en el Medio Cielo sugiere persistencia, búsqueda de estabilidad y la construcción de una figura sólida ante los ojos del mundo. No obstante, al ser Venus regente con una dignidad menor, los logros pueden depender más del carisma que de la sustancia o mérito profundo, y variar con el favor de las circunstancias.
La fortuna material derivada de recursos ajenos o de situaciones críticas (Casa VIII) se ve elevada por la presencia de la Parte de la Fortuna, regida por un Júpiter en término. Aunque sin exaltación, esta configuración sugiere que las ganancias pueden venir de lo externo: herencias, asociaciones, inversiones.
En la cúspide de la vocación y el prestigio (Casa X), hallamos la influencia de Venus, nuevamente en su término y desde la I. Esta disposición vincula la imagen pública del nativo con su carácter personal: atractivo, seductor, pero no del todo virtuoso. Su éxito depende en gran parte de su habilidad para atraer, no de una excelencia intrínseca. Aun así, esta Venus rige con alguna gracia y le confiere notoriedad y popularidad, si bien de modo inconstante.
Mercurio peregrino en la XII, rigiendo la XI y la II, trae sombras sobre la estabilidad económica y las amistades. Este planeta, sin dignidad, revela enemigos ocultos que socavan las finanzas y la reputación, y advierte sobre el uso poco claro de la palabra y del comercio.
Finalmente, el Sol en conjunción con el Nodo Norte en la Casa XI marca la cima de su ascenso social. A pesar de las sombras que se ciernen sobre otras partes del tema, esta luminaria señala que el nativo se verá elevado por sus conexiones, por su red social y por un destino favorecido por la fortuna celeste en el ámbito de la política y la influencia colectiva.
Conclusión General Tradicional: Nos hallamos ante un nativo de gran impulso vital, que ha de ascender por mérito propio y por la gracia de amistades influyentes. Sin embargo, los planetas maléficos le colocan obstáculos severos en el ámbito de la salud, las relaciones íntimas y el equilibrio emocional. La figura revela una mezcla de gloria externa y tensión interna, de fortuna mundana y aflicción moral. Un destino regido por las estrellas que elevan y azotan con la misma fuerza.
Este juicio no pretende agotar el estudio de la figura natal, sino que presenta sólo aquellos elementos considerados más significativos según el arte antiguo, dejando a futuras observaciones el resto del examen celeste.
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