¿Cómo conseguir Paz Interior?

    En un mundo tan plagado de tensiones como en el que vivimos, no resulta sencillo llegar a encontrar esa paz interior que nos permita enfrentarnos a los obstáculos con energía, serenidad y confianza en nosotros mismos. No obstante, sólo ese estado de equilibrio y calma interior puede permitirnos disponer de la lucidez necesaria para obtener el mejor resultado en todo aquello que emprendamos.

   Esa armonía entre el cuerpo y la mente que proporciona la deseable paz interior debe conseguirse a base de desarrollar los valores personales como la autoestima y la comprensión y, muy especialmente apartar de nuestra vida todos esos sentimientos negativos que sólo provocan malestar y alteraciones de tipo nervioso.

  No en vano, a la paz interior sólo se llega optando por los valores personales y liberándonos de emociones dañinas como la ira, la venganza, el estrés, la ansiedad y la cólera.




Aspectos a tomar conciencia
  • Los problemas forman parte irremediablemente de las experiencias que vivimos, pero no debemos obsesionarnos por ello.
  • Encontrar ese aspecto positivo que compense el negativo depende tan sólo de nuestro tesón.
  • Siempre hay nuevos caminos, nuevas alternativas.
  • Es fundamental que conservemos la objetividad a la hora de juzgar conductas, situaciones y comportamientos.
  • La ira, la venganza y la ansiedad son emociones que debemos controlar.
  • Cuidar de nuestro cuerpo nos ayudará a sentirnos bien con nosotros mismos.
  • Un buen modo de alcanzar nuestros objetivos consiste en formarnos una poderosa imagen mental y sentirnos como si ya los hubiésemos logrado.
   Si somos capaces de desarrollar los valores mencionados, también podremos desarrollar comportamientos imprescindibles para ser positivos en cualquier situación. Algunos de estos "compromisos" con la positividad son los siguientes:

Relativizar los problemas
   Tendemos a tomar demasiado en serio situaciones o acontecimientos que, en realidad, no poseen excesiva importancia. Por ello, debemos esforzarnos en intentar desdramatizar las cosas, es decir, relativizar los problemas. Sólo de este moodo podremos sentirnos realmente seguros de nosotros mismos.

Esforzarse en mejorar

   No todas las cualidades ni los defectos  nos acompañan desde nuestro nacimiento y son, por ello, inamovibles. Es imprescindible trabajar en el desarrollo personal e intentar adoptar una postura flexible, comprensiva y, sobre todo, optimista.




Ser flexible

   "Dicen que en invierno hay un pino fuerte, con ramas y nervaduras muy grandes, y la nieva se va apilando y apilando; cuando en la rama rígida se ha acumulado mucha nieve, se rompe, mientras que las ramas del sauce son elásticas y flexibles y, cuando la nieve cae sobre ellas, se vencen y la nieve cae al suelo, y luego la rama vuelva a la posición original".

   Este fragmento ejemplifica a la perfección el hecho de que la fuerza y la seguridad no siempre se traducen en dureza. Muchas personas consideran que mostrarse flexible es sinónimo de dar el brazo a torcer y que adoptar una actitud tolerante y conciliadora les convierte en vulnerables. Nada más lejos de la realidad: en muchas ocasiones se llega a situaciones de estancamiento o ruputra que van en contra de la evolución personal y colectiva a causa de la falta de flexibilidad. Por ello, hay que intentar mantener una postura flexible -con uno mismo y con los demás- que contribuya al crecimiento moral.

Luchar contra la obstinación

    La obstinación es el fantasma de las mentes estrechas. Por este motivo, un buen ejercicio consiste en someter a un dura interrogatorio todas nuestras ideas para determinar si están o no condicionadas por aspectos geográficos, sexistas, temporales...

   En realidad, un criterio adecuado en un momento determinado puede quedar desfasado y perder su sentido en horas, días, meses..., por lo que resulta arriesgado aferrarse a determinados esquemas mentales sin someterlos a "revisión" cada cierto tiempo.

   Obcecarse en determinadas opiniones sin profundizar en ellas es casi una garantía de equivocación ya que, aun en el supuesto de que nuestra teoría haya sido válida en algún momento, eso no significa que vaya a serlopara siempre.


Ser comprensivos

  La comprensión es el primer paso para crear un clima de perdón y aceptación, así como la actitud dialogante y de tolerancia que todos deseamos encontrar en las personas con las que convivimos. Sin embargo, en muchos casos, nos dejamos llevar por el nerviosismo y la intolerancia cuando somos nosotros quienes debemos perdonar y comprender.

    En realidad, muchas de las discusiones cotidianas con otras personas y muchos de los malos ratos que pasamos se deben a la falta de comprensión con los demás e incluso con nosotros mismos. No es exagerado, decir que la comprensión depende -en buena medida- el éxito de nuestras relaciones personales, familiares y profesionales, y nuestra propia felicidad.





No generalizar

    En escasas ocasiones hacemos el esfuerzo de individualizar, personalizar, personalizar y limitar nuestros pensamientos o comentarios. En general, fercuentemente cometemos el error de generalizar, es decir, de "meter todo en el mismo saco". Por esa razón con tan poco fundamento como "los latinos son morenos, de ojos oscuros y no demasiado altos" o "todas las mujeres conducen mal", como sin no hubiese latinos rubios y de metro noventa o mujeres hábiles al volante.

    Hay que acostumbrarse a pensar como científicos, a analizar punto por punto las cosas, a clasificarlas y a reflexionar antes de efectuar juicios precipitados o infundados. Sólo así podremos darnos cuenta de que hay más colores que el blanco y el negro, de que las cosas son ciertas sólo hasta cierto punto, y de que vivimos en un mundo en constante evolución, en el que cualquier juicio de valor puede quedar en entredicho simplemente por el cambio de las circunstancias.


Mantener la unilateralidad mental

   Aunque la mayoría creemos ser libres de pensar y actuar como queramos, la libertad absoluta no es más que una ilusión. todos aquellos factoes que determinan la existencia -educación, clase social, experiencias laborales, lugar de nacimiento...- marcan en silencio nuestra manera de actuar, de modo que en realidad, somos una consecuencia de todo lo que hemos vivido.

   Cualquier ser humano tiende, por tanto, a la "unilateralidad mental", es decir, a una línea de pensamiento parcial, aunque en cierta medida puede defenderse de esa limitación. Para ello, nada mejor que considerar que las experiencias condicionan nuestras reacciones y gusta aquello a lo que estamos acostumbrados, que nos ciegan los intereses personales y tendemos a la tergiversación. Si tenemos en cuenta estos condicionantes, habremos dado un apso decisivo para "liberarnos" de la unilateralidad mental.

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